
Nieves González Rico
La sala está rebosante de padres, que como “primeros y fundamentales educadores de los hijos” escuchan atentos la presentación de los talleres de educación afectiva y sexual que van a desarrollarse en su colegio con los alumnos de secundaria y bachillerato. Serán impartidos por la Fundación Desarrollo y Persona entidad codirectora del Proyecto Aprendamos a Amar y a través de sesiones amenas, actividades y, sobre todo, un diálogo que permita responder a sus preguntas, se planteará a la libertad del joven un camino que le facilite ir descubriendo en la propia vida la grandeza de la sexualidad que Juan Pablo II resume bellamente: “La sexualidad es una riqueza de toda la persona —cuerpo, sentimiento y espíritu— y manifiesta su significado íntimo al llevar a la persona hacia el don de sí misma en el amor”.
